Tejados,
el summún del edificio,
el
no va más, cuando no hay mas allá;
Tejados,
ventanas en áticos acomplejados.
Tejas
esparcidas a conciencia,
agua
que viene y va.
Balcones
con vistas a mi vida,
mi
rutina.
Poseo
un gran ventanal,
donde
aprecio el kaos intencionado
de
quien vive al otro lado,
de
la pareja que discute,
de
la pareja que se grita,
de
la pareja que nos mira
cuando comenzamos
a gritar.
Tejados
descarados,
a
mano y entretanto
tan
lejos de alcanzar.
quizá
pudiera saltar
pero
prefiero ver sin ser visto;
ser
sin serlo,
el
invitado a medianoche.
Por
mi seguir, no os cortéis.
Un
derroche
de
fantasías a domicilio.
Un
voyeur profesional.
Un
curioso mirón empalagoso.
Ojalá
estuviera
en
la ventana de enfrente,
entonces
miraría
apasionadamente,
a
través de la mía.
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