He subido hasta la cima
con bambas de bailarina.
Sin ser el más forzudo,
logré doblar la esquina.
Rompí la arena en un pedazo
de un solo puñetazo.
Refloté una sirena,
con un cántico,
en el océano Atlántico.
He llorado desconsolado,
de alegría.
He reído,
agonizando la tristeza que era mía.
He tocado con los ojos
lo que escondes tan adentro.
He palpado con los labios
el olor de un sentimiento.
He sido tantas vidas
que ya toco a mi fin.
Algunas fueron prohibidas,
otras tantas aburridas,
una fue inolvidable
y el resto
se perderán en mi.
He lavado en seco
la sangre derramada.
He manchado
derramándolo todo y nada.
Disparé a mi enemigo
y maté un posible amigo.
Ayudé a mi verdugo
y pasé inadvertido.
Fui mal hijo, inexperto,
un padre regular
y un viejo ejemplar.
Fui una niña alocada,
una madre preocupada
y esa vez
no llegué a la vejez.
Fui Romeo un día de lluvia,
fui Picasso
y ni caso…
Fui esa perra fea tuya,
fui un ocaso.
He sido y padecido
y jamás fui parecido,
siempre errando me ocupaba
y jamás me preocupaba
entretanto
de morir,
porque iba a vivir
hiciera lo que quisiera.
Dón prohibido
el tener conciencia de lo vivido.
No soy inmortal,
eso no estaría nada mal,
Sin más soy una mezcla del pasado,
sin fotografías ni recuerdos;
pero siempre alojado,
en mi pensamiento.
By Txema Pinedo
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