Supe que era el final de todo
cuando vi los créditos.
El DJ mueve cosas,
pulsa teclas de cualquier modo.
Música en prosa.
Bombos letales, esféricos.
Baila una chica a medio vestir.
Saca pecho un gallito maltrecho.
Beben agua sanamente los dementes.
Suda y suda el porvenir.
Entregados por cohecho.
Luces que no iluminan
pero lucen divinas.
Cañones lanzan humo.
Cigarros lanzan humo.
Mis partes delirantes,
lanzan humo…
Vinilos giran con sigilo.
Zapatos de tacón vertiginosos
Faldas cortas, piernas largas.
Rimmel a granel.
El Lápiz de labios efecto cachemir.
No sabe escribir
pero queda bien.
Un joven sujeta un cartel
Pone
TEMAZO.
Imposible rozar el fracaso con él.
Todos pagan uno cobra.
Todos bailan uno sobra.
El feo de la esquina
no compagina
con el resto de perfectos.
Pagando entra cualquiera.
Es la injusticia
de una macro fiesta ficticia.
Aparto los cascos,
subo el tono de la tele.
Dejo de imaginar
para sumirme en la rutina
de un hombre normal
tirando a pelele.
Lo malo es que nadie lo recuerde.
Bailaba en lo más alto.
Cobraba por tal espanto.
Bebía, danzaba y me reproducía.
Ahora tengo el mando,
a distancia.
El control de la programación.
Voy desajustado con mi mente.
Si escucho bombos, me agito.
Me enciendo, vuelve el mito.
No me para nada,
excepto una cabezada.
Soy presa de la rutina más mezquina.
Hoy saldré a darlo todo.
Me pondré algo ajustado.
No es difícil,
debido a mis kilos adosados.
Despeino modernamente,
malamente, mi pelo escaso.
Las nenas me miran,
pero no me hacen caso.
El espíritu ganador ha perdido la ocasión.
Llevo a cuestas, un saco de deméritos.
Supe que era el final de todo
Cuando vi los créditos.
1 comentario:
Es el mundo actual más allá de una macrofiesta. Frío e indiferente. Saludos.
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