A solas, de pie.
A veces recostada.
Alguna que otra vez,
imaginas
entregada.
Sumisa de tu camisa,
que yace en algún lugar.
Comienzas a volar
Desde aquella cornisa.
Con tu absentismo
nada es igual.
Hay un abismo entre el mal
y el sentirse a uno mismo.
Admiro tus pechos,
desbordándose entre tus dedos.
A punto de estallar.
Tus labios entrecortados
dejan escapar un suspiro.
Gestos improvisados
en un cuerpo retorcido.
Arqueando tu vientre.
Agarrando las sabanas hirientes.
Calmas tu pelo
y lo vuelves a enojar.
Prisionero en libertad.
Tacto que anhelo.
Uñas letales,
dejan huella en los cristales.
Garabatos
de un arrebato.
Otra vez me pierdo,
en tus pechos alocados.
De lado,
recostados…
Puro frenesí.
Golpeándose entre sí.
Sé que me ves
cuando dejas de mirar.
Estoy justo delante,
detrás…
Movimientos delirantes.
Un grito mata el silencio.
Solo se oye respirar.
Tus músculos relajados,
expuestos al resto.
Tus piernas entregadas,
no temen nada.
Tus manos,
tus pechos…
Piensas en soledad
cuando no hay tiempo
para clasicismos,
nada es igual.
Hay un abismo entre el mal
Y el sentirse a uno mismo.
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